Acabo de aterrizar de un sueño, se va quedando atrás y no quiero soltarlo, porque lo soñé desde hace tanto tiempo... Es un sueño de amor y locura, de ganas y risas, pero también de eco punzante que me apuñala en un gesto fugaz. No soportaría olvidarlo.
Comenzó como un destello, una ilusión que encendió algo que hacía tiempo que no vivía, que no estaba segura siquiera de haber vivido. Y no me asusta, ¿será letal? Porque no me conocía y sin embargo, era yo más que nunca, auténtica.
Ya noto como se aleja...
Viví una danza traicionera hasta sentir el embrujo de la madrugada envolviéndome en su seno, un canto en silencio, arrullo sereno, constante y eterno.
No puedo dejarlo ir...
Prefiero morir a acabar con esto. Si lo que sentí fue cierto, no me arrepiento. No, esto sí mereció la pena. No más desvelos, quiero dormirme en este cuento. Advertía silencios y murmullos, de miradas no estaba exenta pero no pude evitarlo, me perdí en la vereda de la noche, aquella oscuridad, solo mía, desde la luna hasta las estrellas del viejo mundo fueron de mi dominio.
No me sueltes o caeré en mis recuerdos y eso sí que me asusta, ahora que conseguí volar en una noche de verano donde los corazones alzaban la verdad de un cariño ciego.
Pero, ¿puedo llamarte amigo? ¿O serás otro preso más del miedo y acabarás por matarme con un dulce engaño?
La belleza de lo prohibido, se suele atravesar, es cierto, pero no tengo remedio. Si me hubieran visto pasear las calles con los sueños despiertos, flotando en el aire como un pájaro, que al fin y al cabo estaba ciego y herido. Porque supe que no podría volar muy alto, ni por mucho tiempo. Pero no lo di por perdido.
¿Qué será de mí al alba? Cuando ya las luces me hayan corrompido, cuando quede sujeta a un vacío sin sentido para mí. Ni yo misma quiero saberlo pero no tengo más remedio que aceptar el destino, que a aquel sueño no volveré y si acaso, me enrede en un camino de espinos.
Y corrí hasta desfallecer por las calles desiertas, el eco de mis pisadas fue mi único compañero, ya no tenía tu abrigo, pero quizá en otro sueño...
Y ya lúcida, tuve la certeza de que no fue ningún sueño.
Alice